Olvidadiza como un trapecista que ha vendido su cuerda
dejando colgando todos sus ideales,
y hoy me pregunto que hay de los tuyos
cuando me miras y en tu mirada
me encuentro de frente con
mi propio abismo.
Recuerdo el fluir con destreza de mis palabras
cuando nos miraba un cielo azul que no
se desteñía
y no cortaba,
y entonces deseo con todas mis fuerzas
aquella cuerda que el trapecista dejó olvidada.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.