viernes, enero 31

Mis inmortales vías. Vuestros muros

El día que llegué a esta casa
me enamoré
de la palmera
del patio del colegio,
donde cada mañana
escuchaba las risas de los niños.
Tan puros y tan limpios.
Era invierno,
y en mi corazón frío.
Temblor y piedra.
Quise saltar ese muro,
contemplarlo más cerca,
pero llego aquel gato pardo,
subió al tejado,
y me invitó a mirar las estrellas.
Las mañanas eran para ver bailar
la palmera,
me descubría descubriendo
mil colores en ella,
siempre a juego con todas las estaciones.
De madrugada buscaba a Pardo
y salíamos a deformar los astros.
A ser verdad y firmamento.
En silencio.
Añoro la calidez
que me invitaba a tumbarme
sobre el suelo de azotea.
Acumular colillas.
Jugar a ser inmortal.
Esconderme de la vulgaridad
de las gentes que pasean torpes,
metro arriba, 
metro abajo.
Sin pararse a mirar.
Yo os digo,
que mi tropiezo era más real.

jueves, enero 30

Sabotaje, Enero

La llave tiembla en el picaporte de la puerta,
tiene frío.
Se tambalea.
Y yo tiemblo con ella
de pensarme
rutina,
de sentirme mentira.
Ya ni duelen las costillas,
pican y sangran su herida.
De pensarme tan rota,
de creerme tan viva.

Despide despedidas

Sucede que me canso de ser lágrimas,
de no tener espacio para esta cabeza
en un corazón
que late a medio pulmón.
Y no hablo de metáforas
cuando digo aquello de
ser asfixia.
No tengo bombona de oxígeno,
cohabito un espacio cargado de humo
que amenaza con llover dentro,
y mojar fuera.
Acabo de escuchar una frase que tirita
y me hace sentir mortal,
 destruible,
destructiva.
Imbécil.
Tengo un mediocre
lo siento en la garganta
que gritaría
desde la cima de todas
las cumbres que no ascendí
contigo,
y dolería.
Nos doleríamos.
No he vuelto a confiar
en la felicidad.
Ni cuando va
y viene a trozos
y parece que me mira.
Entonces la vida
podría llegar a acariciarme
a tu lado,
y tarde o temprano,
te rompería.
Nos romperíamos.
Quisiera habitar un subconsciente
creyente,
un mundo paralelo
sin el frío en
las costillas.
Sin el miedo,
no nos equivocaríamos.

miércoles, enero 29

De tópicos desastres.

Han hecho falta cuatrocientos silencios
que apuñalan
para darme cuenta
de que soy tan asquerosa
como cualquier ser humano.
Romper con los fragmentos que he ido
siempre 
mal pegando.
Verlos destrozados sobre
los cien papeles
arrugados
que asoman
en la esquina
de un escritorio,
donde solía
soñar
que detrás de todo este desastre
utopía y paz.

martes, enero 28

Dejarse inmolar

Parece que el aire se ha calmado
y es ficción,
como todo lo que he escrito
en la carta que jamás te leeré.
En el límite entre que
o quién
hay un pájaro que me mira
de reojo
con cara de mala ostia,
o de
volemos.
De eso hablo, de extremos,
de lo endeble que es la cuerda
que divide cordura
y locura,
error y acierto.
Errar a mí siempre me ha resultado demasiado sencillo.
Fluyo sola y me impulso.
Me tropiezo y de bruces contra el suelo
la ostia duele un poco menos,
me amortigua un folio
que ya ha aprendido a lagrimear conmigo.
El papel también llora,
y folla.
Siente.
Se arruga. Se ensucia.
Pero no me mira mal,
me inmola.


domingo, enero 26

Alienación mental

Anexión física y mental,
los astros se han alienado
para morder
las costuras
que unían
razón
y mentiras.
Anoche el cosmos me miraba fatal
en una cama con vistas
a un interior
que saltaba al vacío
de la mano con la imaginación.
Fusión nuclear de pensamientos en piel
y contrariedad.
Viajo a través de un miedo sin gasolina,
será mi mente la perfecta huida.

jueves, enero 23

Creemos

Creo en el que escribe
desde la destrucción más íntima
de una cabeza 
volátil,
sin buscar la rima perfecta.
En quien transmite
siendo ese su
principal misterio.
Creo en la poesía
encima de la cama,
y debajo,
con la persiana echada,
la luz apagada,
el lápiz en la mano
y los borrones desenfadados.

miércoles, enero 22

Me extirpo la razón

Descuaje
de todo lo que hasta ahora
en mi mente
creía ser real.
Y cruje como la madera
el ideal
en el que creo,
yo creo,
desde la primera curva.

Vómito de amanecer

patrocinado por la sutileza
de rozar la superficie
pero no llegar a tocar la piel.

martes, enero 21

De paredes que sangran y ladran

Tumbarse en la cama,
reencontrarse con las palabras
y el olor. Ese olor.
El de las cosas buenas.
Y al principio
la piedra,
y luego las lágrimas.
Si escribo desde el borrador
de una pantalla
es porque el folio
sangra.
Miedo, desconfianza,
desconocernos y
odiarnos
por ello.
El grito. Ese grito. El mismo.
Por los arañazos sin nombre
de las paredes
ladran perros
y huyen gatos.
A la mierda conmigo.
Y de mí sin ti bajo las mantas.
Y a la mierda desde el grito,
con todos los que os estáis
dejando morir
detrás de una caja
que emite luz y sonido.
Dame una calada, 
que soy esto,
y no otra.
Que soy. 
Joder. 
Que somos.

Concavidad

No hay teoría literaria
por las más que cargue los bolsillos
de metáforas.
Que son mis tripas
las que escriben
desde el verso carroñero
de mi propia
prosa.

lunes, enero 20

Incidental-mente

Alguna que otra vez
tropiezas
con mi muro,
y te gusta.
Yo dejo una grieta
sin cemento
para recitarte
un verso 
que se reinventa
cada día,
de la punta de los dedos de mis pies,
donde fluyen las
cosquillas,
hasta tu risa. 

domingo, enero 19

De lo mundano y lo intangible.

Decías que se te ponía
el corazón
duro como una piedra,
cada vez que me iba
cerrando de un portazo la puerta,
con el grito
en el pasillo
y las lágrimas
en el ascensor.
Colgando.
Fui la certera duda,
de que no se puede lamer
un corazón arrugado
sin meter la lengua entre sus grietas,
y sacar las palabras
hechas pedazos.
Nunca una cabeza dolió
de dolerte
tanto,
y quise romper
con todas las dudas
y durezas,
al menos una vez
al día,
cuando la habitación 
se quedaba oscura
y yo sola,
sin la piel
bajo el edredón,
y sin tu lengua en la herida.

Tan pura, y tan leve.

Siento la desidia
de un cuerpo que es leve
y se eleva.
Y no son sonámbulos tus pasos
encontrados,
que se pierden en la nostalgia
del  mundo que has idealizado.
Soy amante del diálogo
chispeante e incomprensible,
y hay noches en las que la luna
parece seguirme hasta casa,
y me sonríe.
Otras, en cambio,
te juro que lo único
a lo que aspiro es a follarme
a esta soledad,
tan pura,
y tan puta.
Tan destructiva,
y tan necesaria.

viernes, enero 17

Caja sin música, ni musa

Hasta el silencio
se deja oír en noches
que parecen tardes,
como ésta.
Tengo un atropello
de palabras
en gran vía,
escondidas
formato libreta
en el bolsillo
de mi chaqueta,
mientras la gente
camina,
calle abajo
calle arriba,
rápido,
y yo sonrío cuando no respetan los semáforos.
Confieso que no sale nada bueno de mis tripas,
cuando embadurno de gris
la paleta de colores,
y llega viernes y no hay fiesta
de puertas que se abren,
para darme de lleno
con la bofetada
de tus ojos pardos en mi habitación.
Me invento la sonrisa,
no quiero que dejes de creer en la magia,
ni de crearte en la poesía
que nace de la destrucción más evolutiva.

Desayuno de metáforas.

Huele como cuando acabas un poema
después de desayunar,
y te queda la duda
de ser capaz
de tostar ambas caras por igual.

jueves, enero 16

De espuma y otros movimientos de azúcar

El  café que se enfría
y dura toda la mañana,
dos de azúcar,
tras los cristales
hay un amenaza de lluvia
que invita
a no recurrir 
a ondas electromagnéticas.
Pongo la mezcla 
de leche y cafeína
en un cazo,
después
calentaré la sopa sin prisa.
Espuma.
Si cierro los ojos
es para mirarme por dentro
y encontrarme en un mar
ubicado muy lejos de este desconcierto.
Te encuentro en las cajas de tomate
que el otro día apilaste sobre mi alacena,
y sonrío.
La mezcla perfecta entre la rutina
y romper con ésta
se encuentra en los pequeños
movimientos,
autómatas
que comienzan su ritual
cuando toda la ciudad aún esta dormida.

La prolongación de la comisura izquierda 
de una sonrisa
que no entendía de ser completa. 

miércoles, enero 15

De colillas, puntillas y otros insomnios.

Me estoy preguntando a que hora
despertará esta ciudad dormida,
no sé,
a mi despiértame tú,
a las doce menos cuarto
con tostadas y poesía,
antes habrá que vaciar el cenicero de colillas.

Amenaza de humo

De vez en cuando 
reniego de mi existencia,
como la herida niega su pasado
para no dolerse tanto,
mientras fumo evasiones
en un espacio sólido
que me encantaría liquidar.

lunes, enero 13

Delirios de una mente incondicional.


Había entre tu boca
y la mía un puente,
a cruzar entre semáforos
y caras rotas por el invierno.
Siempre en rojo,
siempre en frío.
Vi a cámara lenta mis pasos
hacia atrás
en el camino,
entre las curvas de tu
cuerpo y el precipicio.
No hay zancadas al tiempo
contra el grito en silencio,
amenaza el despertador con el sabor 
de un mal sueño.

domingo, enero 12

De androides, ginoides y otros desconciertos.

La noche venía cargada
de un frío húmedo
que ya amenazaba
con el tropiezo
de muros,
ingeniería moderna
impregnada de
un veneno
infectado
de álter egos.
Mientras tú y yo
destellos,
girones
y costillas.
En este desconcierto
de tropiezos
con la realidad
más involutiva.­­

viernes, enero 10

Limpiar la casa

Proyecto flujo de
energía
limpia.
Manguerazo 
en las macetas,
que ya solo crecen
plantas muertes.
La lavadora
centrifuga.
Lleno la nevera de cervezas,
si las bebo contigo frías.

Bostezo de mediodía

Esta mañana abrí los ojos
con ganas de untar en mermelada
mi resaca de insomnio,
y volqué azúcar por el tiempo
en una taza que hervía
destrozos.

jueves, enero 9

De otras aves y polillas

De no saber
cómo explicar
que tengo el estómago
como una polilla
y no se infla
sin maría.
De no saber cómo decirle
que yo soy más feliz
cuando ella
viene
con sus alas de ave
de paso,
dándole
 un aleteo
en todo el corazón 
agrietado
a mis polillas
que vuelan bajo.

miércoles, enero 8

De tú y yo recorriéndonos

He vuelto a imaginar que nos hacíamos 
el amor despacio,
y la guerra deprisa.
Tras arrugar las sábanas,
revolver las tripas
y perder la compostura en diferentes posturas,
tú me hablabas de 
dar la vuelta al mundo en ochenta días,
sin gasolina.
Como si se nos fuera la vida, 
y yo sonreía,
porque me hacías viajar con la imaginación
después de sudar lágrimas,
en tiempos de amor
y con gritos de guerra.
Tu voz sonaba a ronroneo
felino,
adormecido,
y eso me tranquilizaba.
Adiós insomnio,
te susurré al oído.

De lo que soy, de lo que nunca seré

Lo mío es deformar mi yo más destructivo con las palabras,
porque solo así seré capaz de darme forma algún día.
No busco la rima fácil,
esto no es un poemario capitalista.
A la mierda el capitalismo,
y a la mierda otra vez con lo 
que es sencillo.
Dentro de la complejidad,
me encontré con mi propio
Ser.

martes, enero 7

Hable después de oír la señal

Yo era una chica invisible por ganas,
que solo llamaba la atención detrás de una pantalla
y que lo fomentaba.
Solía desviar la mirada,
juro que a veces me escocían los ojos
en los tú a tú de miradas,
e incluso se me escapaba alguna lágrima.
La primera vez que tuve un pálpito
lancé mal hacia la diana,
y eso que alguien me avisó
 que tenía que apuntar justo al centro,
no sé,
pero se desvió.
Y no fue por falta de ganas.
Aun así puse todo mi empeño
en llamadas
que siempre respondía un buzón de voz,
y en escribir cartas a direcciones
que no aparecían en las páginas amarillas,
ni en las blancas,
ni en la QDQ.
El segundo pálpito sonó como si lanzara
un melón contra el suelo,
y reventara,
con las pipas me rajé la voz,
y aún tuve el valor de arrastrarme
por el suelo
y lamer mis heridas
y su sabor.
Me regocije y empecé a rellenar paginas blancas
con la tinta de un bolígrafo ensangrentado.
Del tercer pálpito,
lo siento,
pero no hablo,

lo estoy sintiendo justo ahora.

y fueron perdices

Tú inventaste el final más triste de todos,
mientras me contabas cuentos
de esos de
y fueron felices,
y comieron perdices,
mientras sonreía en tu boca un para siempre
como si fuera la más real de las mentiras.
No lo olvides, decías,
tras un te quiero
que yo cogía entre los dedos
como arena de playa
y resbalaba. 
Me estoy dando cuenta de que hay tantos corazones
heridos como tasa de paro,
y tantas mentes brillantes enloquecidas
como gatos callejeando por mi barrio.
Y de repente,
Soledad ya no se siente tan sola,
ni Lola tan puta,
ni aquel viejo con el maletín siempre acuestas
se siente tan pesado.

Respecto a una rutina discontinua que se rompe

Me resulta demasiado sencillo acostumbrarme 
a la mente turbia
y a las manos frías,
a que esta casa se llene de voces
y de risas
por unos cuantos días,
y después vuelva
de nuevo
la anestesia en el pecho,
el oleaje
con la mirada perdida
que vuela hacia el techo,
imaginando que hay algo mejor
detrás todo esto.
Algo que permanece en su lugar
y metamorfosea
entre un para siempre
y un vuelve luego.
Hace tiempo que yo ya no estoy segura
de mi propia cabeza bocabajo,
cuando vacilo entre un
abrigo perpetuo,
las colillas o el insomnio.
Te grité que vinieras a leer entre líneas,
mientras mordía mis costillas,
que me acompañaras a estar sola
cuando escribo desde el corazón
y con las uñas mordidas.

lunes, enero 6

Con vistas al interior

A veces pienso que soy injusta,
por mi maldita costumbre
de andar siempre haciendo
ataques a mano desarmada
a mi propio corazón,
sobretodo cuando imagino
las flores de exterior
que regaría contigo
en un jardín
con vistas al interior.
Y me da por idealizar
una vida junto a ti,
tales cosas
como sentarnos los domingos
a ver como la lavadora
prepara nuestros jerséis de lana,
y después se secan al aire libre,
y tú sonríes 
y yo pienso:
Joder,
que sonrisa tan bonita,
que se pare el mundo ahora
en el lado izquierdo de tu cara,
donde nace la sonrisa,
donde se secan alegres las penas de madrugada.

Melodrama de cortesía

Nos cruzamos y nos volvimos a separar,
y,
no sé,
pero en este melodrama
yo ya no tengo cavidad
para volver a
sentir
las cosas del mismo modo,
ni para mirar de reojo
con el grito
en la espalda
hacia el mismo lugar,
como cuando solíamos
salir
a quemarlo todo
sin hacer nada en realidad,
en esta ciudad que se tragaba nuestros pasos
y a nosotros nos daba igual.
Claro que echo de menos la confianza,
pero cuando se rompe, por muchas tiritas
que se le ponga , quedan grietas.
Pequeños huecos vacíos que la distancia agranda,
y perdonad
de nuevo,
pero es que la distancia no se mide en kilómetros,
si no en los abrazos que hace tiempo que no nos damos,
en los dos besos en la mejilla
que no son por cortesía.
Y esos, 
esos ya hace tiempo que caducaron. 

domingo, enero 5

Corriente continua

Que fácil es echarte de menos en esta ciudad,
tan falta de luces
y tan llena de paz,
cuando vienes,
te crees,
y yo me creo 
y recreo contigo,
royendo cada cruce de cables.
Y es que te has convertido en el contacto accidental
más bonito de mi vida. 

sábado, enero 4

De hámsters y lavadoras

Me gustaría poder decirte que esta guerra es mía 
y se libra en mi propia mente,
que se que no es fácil quererme
cuando comienza a girar la rueda
del hámster y centrifugan en la lavadora
todas mis ganas de renunciar a nuestras alas
junto a calcetines y bragas,
que es ese el ruido
 que me sigue siempre.
Cuando el hámster grita todos los besos
se silencian,
saben a piedra,
se convierten en hielo
y se rompen en mil fragmentos,
de la cabeza al corazón
y viceversa. 
Me gustaría poder pedirte
que miráras a mis ojos de niña,
para que comprendieras que después
de los rotos
hubieron
costuras,
que después del insomnio,
colillas,
y que antes de ti estaba sola y perdida,
con mi hámster en su lavadora
y el único impulso
en las pulsaciones que latían
del corazón a la sin razón
y viceversa.
Esta mañana de enero estoy escribiendo desde las alas,
mientras tú dibujas sus sombras
sobre el cuaderno
donde un día fui hámster 
y lavadora,
y yo ya no se si echarme a reír
o a llorar,
cuando vienes,
me besas,
y me brotan alas de las costillas.

viernes, enero 3

Justo a tiempo

y llegó mi enero olvidadizo,
siempre con permiso de tu destiempo,
perdona
pero,
yo también tengo derecho a olvidar. 

jueves, enero 2

Pulsiones

Haciéndote bailes neuróticos
parece que el mundo se reduce a un páramo
lleno de silencios húmedos,
de esos que dejan mudos.
Volver es pisar tierra firme
pero hacerla temblar contigo.
Quedémonos allí donde 
hay vida detrás de nuestro ser como
hormiga
y magia sin edificar 
en el cielo que a veces olvidamos mirar.