martes, enero 7

y fueron perdices

Tú inventaste el final más triste de todos,
mientras me contabas cuentos
de esos de
y fueron felices,
y comieron perdices,
mientras sonreía en tu boca un para siempre
como si fuera la más real de las mentiras.
No lo olvides, decías,
tras un te quiero
que yo cogía entre los dedos
como arena de playa
y resbalaba. 
Me estoy dando cuenta de que hay tantos corazones
heridos como tasa de paro,
y tantas mentes brillantes enloquecidas
como gatos callejeando por mi barrio.
Y de repente,
Soledad ya no se siente tan sola,
ni Lola tan puta,
ni aquel viejo con el maletín siempre acuestas
se siente tan pesado.

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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.