El café que se enfría
y dura toda la mañana,
dos de azúcar,
tras los cristales
hay un amenaza de lluvia
que invita
a no recurrir
a ondas electromagnéticas.
Pongo la mezcla
de leche y cafeína
en un cazo,
después
calentaré la sopa sin prisa.
Espuma.
Si cierro los ojos
es para mirarme por dentro
y encontrarme en un mar
ubicado muy lejos de este desconcierto.
Te encuentro en las cajas de tomate
que el otro día apilaste sobre mi alacena,
y sonrío.
La mezcla perfecta entre la rutina
y romper con ésta
se encuentra en los pequeños
movimientos,
autómatas
que comienzan su ritual
cuando toda la ciudad aún esta dormida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.