El cielo que se aborrega,
los malos sueños de las 
siestas
tardías.
Yo te alimento
y tú me drogas.
mi techo rascacielos
de cuervos
suicidas.
Dormita la mente 
de poeta,
no me llega ningún verso
del corazón fragmentado
a la boca
que reposa. 
 
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.