jueves, junio 5

De fluidos orgánicos y sumas

La chica que odiaba las matemáticas
lo apostaba todo siempre al mismo
número,
y fallaba. 
Íbamos restándonos
dentro de una suma
de hipótesis y confusión.
Tenía tanta prisa su lengua
que me dejaba un rastro
de café y nicotina 
sin saliva. 
Contenía el impulso,
barajaba la huida.
Yo ya sabía que era imposible leerle un poema
sin que me temblara la voz.
Decía no sé qué de la adrenalina,
y que sobre un folio en blanco
no podía resolver esa ecuación.

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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.