no sé cómo se puede
mostrar tanta verdad con los ojos,
y vivir en una mentira.
Cuerdas y payasos,
golpes
que no son suficiente caída.
He metido toda la poesía
en cajas de zapatos cubiertas
de moho
de tanto lloverme,
de las ganas de verme,
y no.
De esa habilidad tan mía
de automutilación sensitiva,
del innato talento
tuyo como malabarista
de tu propia encanto.
Pudimos sonreírnos,
salvarnos,
y nos hemos condenado.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.