Te he inventado,
ahora lo sé,
eres la mujer chicle
que sólo
masticas una vez.
Sabes a mojito,
hueles a hierba
cada vez más seca.
Y es que aún no te has dado cuenta
de que no floreces porque no me has visto llover.
Ya no recuerdo el mes
en el que me suicidé
junto a tu boca contra el Wc,
curioso no recordar aquello
y no desligarme
del olor a café,
de mi
bebiendo una rubia
sin saber que de reojo
te estaba bebiendo a ti.
Te quité las bragas una vez,
torpe y rápida,
desde entonces
la poesía
es más
descuido que placer.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.