con ganas de untar mermelada
en mi resaca de insomnio
y volcar azúcar por el tiempo
sobre una taza
que hervía destrozos.
Luego he subido a metro,
(metro gris, metro caras tristes)
y me he dado cuenta de que
nada de eso es real,
las caras sonriendo en los televisores,
de eso os vengo a hablar.
que no hacen más que engañar.
"La trampa de la urbe es hacernos
creer que brilla"
me grita Pablo Hasél mientras
termino este vómito y
enciendo otro cigarro.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.