podría escribir
sobre las ganas
de morder el infierno
de sus labios,
vomitar el sin sentido
de acabar de darle
la espalda y echar de menos.
podría decir no sé qué
de la forma en la que
quisiera enredarme
en su pelo,
pero
sucede que soy una
melancólica drámatica
sin afán por desayunar
pasteles rosas.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.