good
bye
whisky*,
un poeta viejo y verde
pintó de gris
la ciudad de las máscaras.
empujándome a escribir
con mis dedos amorfos
nostalgia de mi
borracha y drogada.
entonces tenía la sonrisa
de las cinco
vírgenes suicidas
y era capaz de frivolizarse
fermentada,
destilada,
inadvertida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.