Con la luna en Júpiter
no se puede vivir,
se dijo mientras cosía
un chaleco
antirealidades
de humo
con la tela
de un mantel viejo
y gris,
esperando
a que Junio
le subiera
la temperatura al corazón.
Ortorgándose, al fin,
el minuto de silencio
por todos esos latidos
que la vieron morir.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.