He sido
y soy
todos los ciclos
de inoportuno
frío,
de osado calor.
Del atrevimiento
fatal de invocar
todo lo que creo,
tan fuerte,
que casi lo hice
matar.
No hay sueños
con las manosbajo la almohada
apretando
el puño,
ni invitación
a un baile
cuando los pájaros
sobre la cabecera
de mi cama
me vuelven
a mirar,
aleteando
que si he de ser
algo,
sea con los ojos abiertos,
y los sueños sobre el asfalto.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.