Lo supe sin querer,
el día que cerraste
esa puerta
por segunda vez,
llevándote contigo
todos los poemas
rotos que no eran míos.
Entre los que me perdí
y fui humo
durante
365 días
sin sol,
525.600 minutos
de insomnio.
Voy a echarle
la culpa a febrero
de todos mis destrozos,
por ser el invierno
más frío
y más corto.
Seré la palabra éxtasis
en el grito,
cuando llueve
y nos mojamos.
Mientras nos cubrimos
de una nostalgia
que no nos pertenece,
y vamos desconociéndonos
por dentro,
sin prisa,
para poder volver
a conocernos.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.