No quiero
la muerte cenante,
que ya son muchas
las vidas
de cuchillo
y tenedor
en restaurantes
de platos
grises,
y colas
de patio
de colegio
que llegan
hasta la esquina
sin arte.
Quiero gritar
PENE
en todos
los países y ciudades.
No más alto que tú,
pero si más fuerte
que las caras de las gentes
que me mienten,
sin el brillo
en los ojos,
y la sangre
sin bombeo
en el corazón.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.