Puse a tender
las palabras
al sol,
por eso
de
ser
el cerebro
y el corazón
en ovillo
de lana,
y me llamaron
egoísta
cien veces
a la espalda
y una
a la cara.
Sigo
siendo
lágrima fácil
que sueña con insomnio
que cambiaremos
el mundo
mirándonos
dentro de las sábanas.
como si mañana
no existiera,
como si ayer no
persiguiera las huellas.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.