Me hice un nudo
de inmasticables palabras
cuando respiré
octubre en
agosto
y diciembre
ya no tenía rey moro.
Entonces la poesía comenzó
a saberme
a carne
y dejé de comerla
y dejé de pensarte.
El altruismo en tu risa,
y yo obligándome
a no desvestirme
de ropas.
No habrá trampas
este enero
ni más juegos de idiotas,
Ahora que tú te pierdes
te embalas,
que tu silencio es
escudo
y mi grito sin uñas
no araña.
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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.