sábado, mayo 10

Sin título II

Nunca he creído en los cuentos.
Quizás si en Garfio hundiéndose en la tripa
de la rana que nunca será príncipe
ni princesa.
Me han llamado poeta
gritado puta
enjaulado
e idealizado
de diecisiete formas distintas.   
Enterré la comprensión
de las gentes
que no entendían
que tras la barra de un bar
siempre acabara de puntillas.
Sin la cuestión de la baja estatura,
quería tanto ver mas allá...
He visto caer al suelo
a cámara lenta cada cerveza,
propia
y ajena
sin la risa
y con la metáfora
del vaso medio lleno
medio vacío
cortando con sus cristales
todo aquello que perdí cuando era niña,
que es, en definitiva 
haber dejado de serlo.
No miento si digo que el amor dejó
de formar parte de mi cabeza volátil,
no voy a escribir sobre cajones,
llaves
omitiré la ausencia
de los abrazos.
Mi abuela siempre decía,
umia,
cógete de la alacena unas galletitas,
y el mundo sonreía.
Joder sí sonreía.

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Pasé por un cuaderno y me quedé a vivir.